viernes, 20 de julio de 2012

la Naranja Mecánica


El éxito. Eso es lo que se busca en el deporte. Buscar el axioma básico de ganar. Pero, a veces, una derrota, o dos, pueden encumbrar a un equipo al mayor reconocimiento posible. Y esto es lo que sucedió con la selección holandesa de la década de los 70. Un equipo que maravilló a todo el mundo y que sentó unos nuevos precedentes futbolísticos dentro del fútbol moderno.
Y con ellos llegó el fútbol total
Holanda no había disputado ningún Mundial entre 1938 y 1974. Era una selección menor. Pero un hombre cambió tal circunstancia y dio fundamento a un nuevo orden táctico. Rinus Michels y su fútbol total, que consiste en aprovechar al máximo los huecos y espacios que dejaban los rivales para moverse entre ellos. Los jugadores debían conocer su posición pero también la del compañero. Por eso no habían posiciones fijas y cada uno se movía según las exigencias del juego.
Un planteamiento moderno que el entrenador holandés llevo a la excelencia. Con su clásico 4-3-3 consiguió el control del balón y la rapidez necesaria en el juego de bandas, jugando sin un '9' claro. Fue aquí donde apareció la ya famosa expresión del '9' mentiroso. Y el primero en serlo fue ni más ni menos que Johan Cruyff.
Los jugadores perfectos
Los planteamientos de Michels tuvieron tal efecto positivo porque seguramente los jugadores que tenía a su disposición eran geniales individualmente y como conjunto. La mayoría procedían del Ajax y del Feyernoord, por lo que se conocían bastante bien.
El gran Johan
La estrella de este equipo era un flaco y espigado mediapunta. Johan Cruyff jugaba con total libertad. Su magia y desparpajo permitía abrir el cerrojo de las defensas rivales. Jonny Rep y Rob Resenbrink eran el complemento perfecto por las bandas derecha e izquierda respectivamente. Johan Neeskens era el cerebro por el que toda el juego pasaba. Ruud Krol y Wim Suurbier dos laterales que hacían mucho daño al ataque. La seguridad bajo palos era el cometido de Jan Jongbloed. Y para rematar todo esto, el excepcional complemento de Arie Haan, tanto en defensa como en el medio del campo.
La primera derrota
Dos finales seguidas en campeonatos del mundo y dos derrotas. Holanda practicó esos años el mejor fútbol del momento. Era siempre el equipo favorito en todas la quinielas, haciendo disfrutar con su juego, incomprensible para algunos, que llegaba a parecer hasta anárquico, pero fantástico en la ejecución.
La primera cita de este formidable combinado fue la de Alemania 1974. Holanda se presentó en la final con 14 goles a favor y un solo gol en contra, marcado por Bulgaria. Todo el mundo apostó por la paliza sobre los alemanes, que eran peores técnicamente. El primer gol de Neeskens confirmó estos presagios. Pero de forma inexplicable y casi imperceptible, Alemania consiguió darle la vuelta al partido. Un penalti que transformó Paul Breitner y un torpedo de Gerd Müller, cambiaron el encuentro.
En la segunda parte, Holanda actuó a la desesperada y se encontró con un muro que no supo derribar. En palabras de Cruyff: "Alemania no ganó el campeonato, nosotros lo perdimos". Comenzó aquí el estigma de esta selección, que tendría su segundo episodio cuatro años después.
Fue en la final de 1978, otra vez contra los anfitriones del torneo: la Argentina dirigida por de Cesar Luis Menotti. Holanda llegó al campeonato sin Cruyff pero en contraposición contó con la elegancia de los hermanos Van de Kerkhof. Solo ese cambio en un equipo que ahora tenía a Rudd Krol como capitán.
En la final, perdieron 3-1 con goles de Mario Kempes y Daniel Bertoni para los argentinos, y Dick Nanninga anotó para la Narnaja Mécanica, que volvió a perder la posibilidad de ganar una Copa del Mundo. Dos derrotas consecutivas desarrollando el mejor juego del momento transformaron este equipo en leyenda.
                                                                                                                                     Aldo

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