Para quienes tenemos menos de 25 años eso de las dos Alemanias, el muro de Berlín y el telón de acero les debe de sonar a historia muy antigua, pero a quienes vinieron al mundo en los años 50, 60 y 70 la división en dos partes de los germanos no era más que lo que siempre habían conocido.
En cuestión de deportes, tanto la una como la otra Alemania solían estar a la cabeza en casi todas las competiciones, aunque en fútbol la ventaja de la Alemania Occidental era avasalladora; nunca los germanos habían destacado por un fútbol imaginativo y creador, pero mientras los del Oeste practicaban un fútbol total y tenían el palmarés lleno de campeonatos y subcampeonatos, en la Alemania del Este se practicaba un fútbol primitivo y tanto la selección como sus equipos no pasaban de posiciones mediocres cuando salían al exterior.
Cuando
a los occidentales les correspondió organizar el Campeonato del Mundo,
la Liga alemana ya era una de las más fuertes de Europa, y el Bayern de
Múnich, el equipo claramente puntero de aquélla, acababa de ganar la
primera de las tres Copas de Europa consecutivas que lograría en esa
década, precisamente frente al Atlético de Madrid, a quien había goleado
(4-0) en el partido de desempate al que dio lugar el tremendo fallo de
Miguel Reina al no poder sujetar el durísimo disparo de Hans
Schwarzenbeck de casi medio campo; también tenía un equipo formidable
el hoy venido a menos Borussia Moenchengladbach, que contaba en sus
filas con jugadores del nivel del lateral Berti Vogts, que se haría
famoso haciendo la vida imposible a Johan Cruyff en la Final del
referido Mundial, de los mediocampistas Wimmer y Rainer Bonhof, que
acabaría siendo una de las revelaciones del campeonato, del zurdo Jupp
Heynckes, que como mister del Real Madrid conseguiría ganar una Copa de
Europa tras más de 30 años de sequía y los atacantes daneses Jensen y
Simonssen que jugarían años después en Madrid y Barça respectivamente.
El Colonia, el Hamburgo y el Eintracht de Franckfort completaban el
elenco de los mejores equipos de la Bundesliga de entonces.
El campeonato que se jugaba a la derecha del Muro de Berlín era mucho
más modesto y, sobre todo, menos brillante. Los equipos del Este eran
correosos y solían pasar las primeras rondas de las competiciones
europeas, aunque rara vez llegaban más allá de cuartos de final. No
obstante, ese año 1974 el F.C. Magdeburgo fue la excepción a la regla y
ganó la Final de la Recopa al mismísimo Milan de Rivera, Schnellinger y
Romeo Benetti por 2-0, logrando el primer título continental para la
Alemania del Este. Hansa Rostock, Dínamo de Dresden, Carl Zeiss Jena,
Lokomotiv Leipzig y Dínamo de Berlín eran los otros equipos destacados
de dicha liga, aunque en la actualidad solamente el Dínamo de Dresden
sobrevive en la Alemania unificada.
Los
duendes del destino quisieron que en la primera ronda del Mundial
alemán ambas Alemanias coincidieran en el grupo A; el encuentro que iba a
enfrentar a las dos selecciones iba a ser el tercero de la primera
ronda y ambas llegaron al mismo con la clasificación medio conseguida;
Alemania Occidental se había impuesto a Chile (1-0) y Australia (3-0),
mientras los orientales habían vencido a los australianos (2-0),
habiendo empatado a un gol con los chilenos. Pero, como ya se ha dicho,
el potencial de ambas selecciones era bien distinto. Alemania
Occidental, entrenada por el elegante y discreto Helmut Schöen, contaba
con lo más granado del fútbol europeo, destacando los seis jugadores
aportados por el Bayern: el meta Sepp Maier, tres de los cuatro defensas
titulares: el central Schwarzenbeck, un armario de dos metros, casi
infranqueable, el lateral zurdo Paul Breitner que ese verano ficharía
por el Madrid siendo reconvertido con éxito por Miljan Miljanic al
mediocampo y, por encima de todos -alemanes y no alemanes-
el Kaizer Beckenbauer, posiblemente el jugador más imperial y elegante
que ha pisado un campo de fútbol; también eran de la plantilla del
equipo bávaro el media punta Uli Hoeness, todo potencia y velocidad y
Gerd Muller, un ariete con pinta de estibador portuario, bajito y
garroso, pero que convertía en gol casi todos los balones que tocaba. El
equipo lo completaban los citados Vogts, Wimmer y Bonhof, del Borussia
Moenchengladbach, los
dos extremos del Eintracht, Grabowski y Holzenbein, el gran organizador
Wolfgang Overath, superviviente junto al Kaizer de la Alemania que
perdió la final del Mundial de Inglaterra frente a los anfitriones, el
madridista Gunther Netzer, un zurdo genial que venía de una floja
temporada en el equipo merengue y otros jugadores de menos protagonismo
como el veterano central Hottges, los medios Flohe y Cullman y el
extremo Herzog.
Frente a los poderosos representantes de la Bundesliga, la Alemania del
Este solamente podía oponer entusiasmo y disciplina. Su gran figura era
el goleador Joachim Streich, que venía a ser el homólogo de Gerd Müller
en la RDA; por 10 años fue la estrella del Magdeburgo y nadie marcó más
goles que él en la Öberliga: 229 en 378
partidos. Sus otras figuras eran el portero Croy, los defensas Konrad
Weise y Lothard Kurbjuweit, el mediapunta Jurgen Sparwasser y el extremo
Martín Hoffmann. De cualquier manera, el conjunto del telón de acero
aparecía como víctima propiciatoria y su papel en el Mundial de Fútbol
era el de un mero comparsa que solamente aspira a un papel simplemente
decente. Entrenaba a los germanos orientales un hombre poco conocido en
los medios futbolísticos de la época, Georg
El
encuentro se jugó el 22 de junio de 1974 en el Volksparkstadion de
Hamburgo y todo hacía prever una victoria de los anfitriones. Pero como
hemos escuchado tantas veces, fútbol es fútbol y a la hora de la verdad
las fuerzas estuvieron mucho más igualadas de lo previsto. La Alemania
del Oeste empezó como solía hacer, avasallando con ese fútbol mecanizado
de presión y fuerza, con ataques en oleadas en los que los
centrocampistas germanos buscaban la astucia del Torpedo Muller y el
disparo de Uli Hoenness para dar inicio a lo que todos presumían un
fácil triunfo de los de casa. Pero el tiempo fue pasando y los
discípulos de Buschner se mostraban como un equipo serio y ordenado y su
defensa como una muralla muy difícil de superar, a la vez que el meta
Croy parecía vivir su día de gloria. Incluso, ante la impotencia que
comenzaban a mostrar los de Schöen, éste dio entrada a Netzer, con el
que no había contado hasta entonces, aunque el experimento fue un
fracaso. Se veía cada vez más cerca el empate sin goles cuando, a falta
de 13 minutos para el final, en un ataque por la derecha de Alemania
Oriental el balón llegó a Jurgen Sparwasser, que en una rápida jugada
dentro del área regateó a Sepp Maier y marcó un tanto que dio el triunfo
a su equipo e hizo auténtica historia, certificando una victoria del
pais del Este que tuvo connotaciones que van mucho más allá del fútbol.
Para Jürgen Sparwasser siempre habrá un antes y un después del 22 de
junio de 1974. Aquella tarde, la historia se enfundó la camiseta de la
‘DDR’ con el 14 a la espalda para arrebatar a un espigado y prometedor
mediapunta del anonimato masivo.
Pero aunque el fútbol da sorpresas, al final las cosas recuperaron su orden lógico y mientras los alemanes del Este acabaron regresando a sus casas con un pobre balance de un único empate en la siguiente ronda, los del oeste fueron mejorando y acabaron imponiéndose en la Final del campeonato al que posiblemente fue el mejor equipo del torneo, Holanda, la famosa "naranja mecánica" de Johan Cruyf. De esta final hablaremos otro día.
heynckes aora es el tecnico del bayern y aora pasa algo parecido con serbia y montengro (tiene mejor equipo serbia)
ResponderEliminarno es lo mismo Rocho, xq Serbia y Montenegro son dos naciones diferentes,hasta idioma diferente tienen,cosa que no pasaba con las dos Alemanias que era una cuestión ideológica. Lo de Serbia y Montenegro es más similar a lo que sucede con los países de la ex URSS. Lo que sí es igual es el caso de las dos Coreas, y en su momento,de Vietnam.
ResponderEliminarliiisto me kedo callado si el profesor sos vos gamboa
ResponderEliminarQue lindo que es el futbol!!!
ResponderEliminarcomo dato de interés rochin querido, te cuento que todo el bardo que hay cuando juegan el Barça y el Bilbao viene precisamente por un tema similar. En las dos regiones se sienten mas catalanes y vascos que españoles, de ahi el tema de los silbidos al himno español. Eso sucede cuando hay mas de una nación en un estado.
ResponderEliminar